Los tumores testiculares son frecuentes en perros mayores, y la edad de aparición suele ser a partir de los 10 años. Entre un 10 y un 20% pueden ser malignos y hacen metástasis en ganglios linfáticos, pulmones, hígado, bazo, riñones y páncreas.
Por eso es importante la detección precoz para evitar futuras complicaciones, como anemia, destrucción de plaquetas y descenso alarmante de glóbulos blancos.
El primer diagnóstico lo realizaremos por palpación, donde observaremos un agrandamiento escrotal o testicular y una diferencia de tamaños entre los dos testículos, o signos que os hagan sospechar que se está produciendo una torsión testicular. También podemos apoyarnos en la ecografía para confirmar el diagnóstico inicial, lo que nos permitirá localizar tumores intratesticulares y, si es necesario, obtener biopsias.
Algunos signos que pueden alertarnos de un posible tumor testicular son: que nuestro perro gotea sangre a través del pene, orine con sangre, tenga estreñimiento, debilidad en las patas traseras, anormalidades en la manera de caminar, fiebre, inapetencia, pérdida de peso o presencia de hernias perineales.
Ante cualquier duda o incidencia, lo ideal es que se consulte al veterinario a la mayor brevedad posible para evitar futuras complicaciones.
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